viernes, 20 de abril de 2012

El miedo

Hoy en día cada vez más personas son conscientes y honestos sobre sus alegrías y tristezas, hasta sobre las rabias y la importancia de saber perdonar .. pero… todavía hay mucha vergüenza para expresar el miedo. Mientras es justamente el miedo que nos tiene con angustia, con ansiedad, con estrés, con colon irritable, con ataques de pánico y hasta con el hígado afectado por la rabia; porque uno por no mostrar la debilidad del miedo se pone más “bravo/brava” de carácter.

¿Qué hacer frente al miedo? Para aliviar la tristeza: lloramos, para aliviar la rabia: gritamos o perdonamos pero… ¿?cómo se expresa el miedo?? ¿Alguien lo sabe?? Acuérdense de las películas: viene el monstruo y …. ¡Gritan!

Hoy en día nuestros “monstruos” son quizás el tiempo, las facturas, el jefe, la pareja dispareja, el no ser igual de perfecto/bueno/competitivo que los demás y otros asuntos que no ameritan generarnos este tipo de miedo excesivo pero… si ya nos entró la angustia… antes de comer chocolates o salir a tomar para no sentir; lo más saludable es ser honestos y compartir el miedo. Al decirlo, se darán cuenta que desaparecerá una buena parte de la sensación. Otra opción es encerrarnos un rato en nuestro cuarto o ir al mar u otra zona tranquila y gritar –Si: ¡Gritar como Locos! para soltar ese miedo antes de guardárnoslo y enfermarnos. Van a ver que hasta terminan riéndose de sí mismo… Y claro: también pueden venir a recibir Reiki y/o acupuntura para trabajar los miedos de forma acompañada!

Aprendamos a conocer y convivir mejor con nuestros miedos mientras poco a poco volveremos a generar paz… a confiar en la bendición del Universo que todo lo provee en el momento más adecuado.

¡Mucha Paz para todos! Florike Dikkers

Autor del siguiente texto: Enriqueta Olivari.
Autora del libro "El amor de tu vida" LOS MIEDOS DE NUESTRO NIÑO INTERIOR

Sin importar qué edad tengamos, todos llevamos en nuestro interior a un niño herido. Ha sido herido por no haber sido amado, o por no haber recibido amor y cuidado del modo que él necesitaba. Uno de los pasos fundamentales para crecer y poder amarnos a nosotros mismos es conocer a nuestro niño interior, y darle ese amor que tanto necesita. De lo contrario, nos comportamos identificados inconscientemente con él, y esto afecta a nuestras relaciones de pareja, con los colegas de trabajo y amigos.

Saber diferenciar a ese niño interno de nuestra faceta adulta es imprescindible, sino esperamos que nuestra pareja o alguien más le cuide, y proyectamos en el otro a nuestro padre o madre. Y esto está destinado al fracaso, puesto que nadie puede darle a ese niño lo que necesita. Es nuestra responsabilidad hacerlo. La mayoría de las veces que sentimos miedo, en realidad quien lo siente es nuestro niño interior.

Conocer el origen de esos miedos es el primer gran paso para poder superarlos. El niño interior tiene básicamente cuatro miedos. Uno de ellos es el miedo a enfrentar. Teme que, al hacerlo, sea rechazado. Este miedo lleva a caer en patrones de víctima, o a ser cobarde, tímido, y a sentirse inferior a los demás. Así que si percibes que no te animas a decir lo que quieres, lo que necesitas o lo que te disgusta, en realidad es tu niño interior quien te está limitando. Y si no enfrentas las situaciones desde tu adulto, y callas lo que de verdad necesitas decir, estás creando serias dificultades en tus relaciones personales, y te sentirás impotente e insatisfecho.

Otro miedo que el niño interior siente es el miedo al abandono. Esto lleva a sentir celos, a ser posesivo, y a tener la necesidad de manipular. La única manera de superar este temor es garantizarle que tú siempre estarás con él, que le cuidarás y atenderás incondicionalmente, siempre.

El miedo a la pérdida que siente este niño nos lleva a sentir una profunda inseguridad. Para ocultar este miedo, nuestro ego se disfraza de lo opuesto, y entonces adoptamos una actitud agresiva, y podemos llegar a ser incluso fanáticos.

Y el miedo a la muerte que siente nuestro niño interior se transforma en desconfianza, egoísmo, apegos, fobias e histerias. Al hacernos conscientes de cuál es el origen de nuestros miedos, podemos sanarlos desde la raíz, y para esto es imprescindible establecer una conexión amorosa y profunda con nuestro niño interior. De este modo sanamos las heridas del pasado, y podemos crear para nosotros mismos realidades libres de inseguridades y bloqueos.

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